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La gobernanza de un México más metropolitano

Enrique Kato Vidal (enriquekato@uaq.mx)

¿Gobernar o gobernanza? La diferencia, según la Unesco, es el tipo de rendición de cuentas que hacen los funcionarios públicos y los objetivos que eligen. La gobernanza es equiparable a un gobierno eficaz. Seguramente, para usted lector, el concepto de gobernanza le será distante, o francamente desconocido. En lengua española, el uso de la palabra gobernanza comenzó cerca del año 2000 y alcanzó el máximo en 2016 (Fuente: https://books.google.com/ngrams). Al respecto, los especialistas asocian la gobernanza con calidad de gobierno, transparencia y estado de derecho. A veces, en un uso más amplio, se asocia con desarrollo comunitario, prosperidad y gobernabilidad. En inglés, la palabra es ‘governance’ y su uso data de la década de 1960 y cobró popularidad cerca de 1985 y ha venido en ascenso dese entonces. Llega a tal nivel la relevancia de discutir la gobernanza que el Banco Mundial auspicia la recolección de estadísticas para comparar a más de 200 países usando los Indicadores de Gobernanza Mundial (‘Worldwide Governance Indicators’, WGI).

Un antecedente en México ocurrió en 2011 cuando el Instituto de Estadística (Inegi) realizó, por primera vez, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (Encig). Esa encuesta se publica bianualmente, la más reciente con datos de 2019. A través de esa encuesta se divulga la respuesta de la población mayor de 18 años respecto a múltiples servicios públicos, básicos y no básicos. Por ejemplo, se captura en qué entidades federativas es constante el suministro de agua potable. Paradójicamente, el sur de México, donde están las mayores reservas de agua, es donde más población reporta tener intermitencias en el suministro de agua potable. Otros estados con ese problema son: Zacatecas, Nayarit y San Luis Potosí.

En esa encuesta de calidad gubernamental destacan dos capítulos, uno sobre gobierno electrónico y otro sobre corrupción (https://www.inegi.org.mx/programas/encig/2019/). Esa información cobró relevancia porque la pandemia de covid-19 limitó la interacción física en las oficinas públicas y profundizó la digitalización de los trámites. Inesperadamente, las cifras de 2020-2021 serán muy altas. Comparativamente, en la prepandemia, se tenía un bajo avance digital, en 2019 un tercio de la población adulta realizaba el pago o la solicitud de al menos un servicio. La corrupción es un tema relacionado a la solicitud de servicios públicos. Para los interesados, la encuesta cubre múltiples aspectos relacionados a la corrupción. Por ejemplo, se reporta que las mujeres experimentan menos corrupción que los hombres.

 Siempre dijimos que brillarías: Ashley McBryde

También, se muestran cuáles son las entidades federativas con más y con menos tasas de víctimas de actos de corrupción. Entre las menos corruptas (por cada 100 mil habitantes) están Baja California Sur, Colima y Zacatecas. En el extremo de más corrupción están: Ciudad de México, Durango y Quintana Roo. Adicionalmente, se describen en qué trámites ocurre la corrupción y el costo. La cifra estimada de los actos de corrupción fue de $3 822 pesos por persona en 2019, lo que sumó un total nacional de $12 700 millones de pesos. Hasta aquí he tratado de comunicar el amplio tema de discusión sobre el gobierno y sus resultados (i. e. gobernanza), el cual se ha acompañado de grandes esfuerzos estadísticos que buscan evaluar esa temática.

¿Pero, qué gobierno? Un ciudadano, en cualquier punto de México, interactúa simultáneamente con varias instancias de gobierno, por ejemplo: la municipal, la estatal, la federal y la que imparte justicia. Para quienes vivimos en zonas metropolitanas, no existe una instancia de coordinación que articule los diferentes municipios conurbados. Y la situación se complica cuando los municipios adyacentes pertenecen a diferentes entidades como en La Laguna entre Coahuila y Durango o, también, en Querétaro en su conurbación entre Corregidora y Apaseo el Alto en Guanajuato. Para atender esas complicaciones, en algunas partes del mundo, existen autoridades metropolitanas para atender el transporte y evitar la fragmentación de la red. En México, aunque inconclusas, ha habido iniciativas para promover conjuntamente el desarrollo económico o la ordenación del suelo metropolitano.

 Y donde dijeron que nunca estaría, es exactamente donde estoy: A. M.

Empero, la realidad se mueve más rápido que la restructuración del gobierno. En México, en el corto lapso de 2010-2015, aumentó de 59 a 74 zonas metropolitanas (Fuente: Sedatu, Conapo e Inegi, Delimitación de las zonas metropolitanas, 2018). Ahora, todas las entidades federativas tienen al menos una zona metropolitana (en 2010, sólo 29 entidades). Entre las nuevas metrópolis están: Hidalgo del Parral, Culiacán, Guanajuato, Tapachula y Mazatlán. En paralelo, al reconocimiento de esos nuevos focos urbanos, siguieron expandiéndose las viejas concentraciones poblacionales. Dos casos que se pueden citar son: i) Mérida, que anexó seis municipios a su zona metropolitana, y ii) el estado de Veracruz que sumó dos municipios a la metrópolis de Xalapa y un municipio, respectivamente, a las zonas metropolitanas de Veracruz y Orizaba.

Es evidente el crecimiento metropolitano de la vida social. Ante ello, no se observa una respuesta institucional coordinada o un papel metropolitano de los gobernadores. Tampoco se facilita el diálogo o la toma de decisiones, ante el ciclo trianual electoral, y las alternancias partidistas. Otra preocupación es que, a mayor número de actores involucrados, se dificulta la concreción de acuerdos. Ello es más preocupante en las zonas metropolitanas con decenas de municipios conurbados, como ocurre en el Valle de México, Puebla, Toluca o Oaxaca.

A fin de cuentas, el gobierno y la gobernanza, tienen como propósito mejorar la calidad de la vida de la población. Hay quienes plantean, como hipótesis, que los gobiernos responden más y mejor en las grandes ciudades para evitar las revueltas y la convulsión social. En ese sentido, habría más gobernanza en las zonas metropolitanas y eso explicaría, en parte, los mejores resultados económicos (empleo, salarios, inversiones). Esa explicación es apenas una pieza del gran rompecabezas. Para completar la perspectiva, habría que sumar que, en las grandes concentraciones urbanas, hay más infraestructura, incluida la educativa y la de salud. También es clave reconocer que, en las grandes ciudades, la mayor calidad de vida surge de las oportunidades que crea una población de gran tamaño, entre ellas: posibilidades de negocios, de especialización y de una mayor variedad de productos y empresas.

 Y si alguna vez te cansas de ser feliz, llámame: A. M.

Aún quedan respuestas por descubrir. El universo de información que publica la encuesta de calidad gubernamental ha sido muy poco analizado. La tarea no es sencilla. A modo de ejemplo, esa encuesta concluye pidiendo a los adultos que respondan cuál es su grado de confianza/desconfianza de 22 instituciones (en su concepción amplia). Esa larga lista incluye policías, empresarios, parientes, vecinos, medios de comunicación, etc. Yo exploré esa información y usando una técnica estadística (v. gr. componentes principales) reduje la lista de 22 instituciones en dos grandes grupos: una que, en forma genérica, podría llamarse ‘gobierno’, en la cual se incluyen presidencias municipales, diputados, jueces y magistrados; y un segundo grupo denominado ‘social’ en donde ubiqué a empresarios, vecinos, comisiones de derechos humanos, entre otros. Así, para anticipar la evolución (o éxito) económico de una metrópolis, aún se requiere verificar qué componente, si el social o el de gobierno, es el indicador más útil.

En el caso mexicano, para el conjunto de grandes zonas metropolitanas (con más de un millón de habitantes), la mayor creación de empleos se ubica en donde la población tiene un alto nivel de confianza en sus instituciones sociales y, en menor medida, donde es alta la confianza de los órganos de gobierno. Este resultado debe considerarse como preliminar. De confirmarse como válido, implicaría que la gobernanza (i. e. confianza y calidad de gobierno) es similar en distintos puntos del país. O, también, que la actividad económica no se crea únicamente en la superficie de las capas visibles de mercado y gobierno, sino que la economía florece y se arraiga a la vida social subyacente.

SIC mx

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