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Futuro laboral con salarios reales, no artificiales

Por: Andrés Peñaloza Méndez.

El pasado jueves 5 de octubre tuve la oportunidad de participar en la mesa 3: Inteligencia artificial, futuro del trabajo y salarios en México, dentro del XVIII Seminario de Economía del Trajo y la Tecnología, con el eje temático: Desarrollo de las fuerzas productivas, inteligencia artificial y el futuro del trabajo, organizado por el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La automatización, la robótica y la inteligencia artificial se han expandido en prácticamente todas las esferas económicas acrecentando la productividad, pero no necesariamente las remuneraciones de la clase trabajadora. Para desarrollar mi tema: salarios reales, no artificiales, me apoyé en una espléndida novela, publicada en 1889: Un yanqui en la corte del rey Artus (A Connecticut Yankee in King Arthur’s Court), de Mark Twain (1835-1910), texto satírico de ciencia-ficción, ambientado en el medievo y con mirada librecambista decimonónica.

La afición científica y tecnológica de Twain le permitió contar con la amistad de destacados inventores, como Nikola Tesla y tener contacto con Thomas Alva Edison. Incluso el escritor estadounidense patentó tres inventos. Su apego a la investigación e innovación tecnológica se refleja en el hilo narrativo de la novela y del personaje principal.

Política económica del siglo XVI

Usted habrá oído hablar de la transmigración de las almas, ¿verdad? ¿Y de la trasposición de las épocas y de los cuerpos…? … hablaba, en voz baja, aladamente, agradablemente, parecía ir desprendiéndose en forma imperceptible de este tiempo y de este mundo, para posarse en alguna era remota y en algún país olvidado. (p. 7)

De esta manera se justifica el viaje a través del tiempo para contraponer el pujante desarrollo de las fuerzas productivas burguesas frente al inmóvil y oscurantista medievo. En el capítulo 33 intitulado “Política económica del siglo XVI” se aborda el tema salarial. En trabada discusión entre personajes de dos países distintos, el habitante de un territorio proteccionista, presume que sus salarios son el doble al del país del otro, quien afirma:

Sí, sí, no lo niego. Pero esto no tiene ninguna importancia. El valor del salario en moneda no tiene nada que ver con el verdadero de los salarios (…) Lo que interesa es saber cuánto se puede comprar con el importe de un salario. Eso es lo esencial (p. 247) Les demostré que en un cuarto de siglo sus jornales solamente habían aumentado en un 30%, mientras que el coste de la vida creció en más de un 100%; en nuestro país, en cambio, los jornales aumentaron en un 40% sin que el coste de la vida oscilase visiblemente. Pero esto no sirvió de nada. Era imposible apearles de sus extrañas teorías económicas (p. 249).

Extrañas teorías económicas que evolucionan y aplastan.  A menudo, el obrador de milagros, se torna en trasunto heterodoxo o ecléctico ortodoxo.

Afirmar que el poder adquisitivo de los salarios mínimos en la presente administración federal se recuperará en 100%, es falaz. El salario mínimo apenas representaba una tercera parte de lo que fue. Para agosto de 2023, los $207.44, monto del mínimo vigente, expresa una recuperación del 86.7% en términos reales respecto al salario en 2018 ($88.72) pero no así al salario mínimo de 1976, año con el mayor poder adquisitivo alcanzado.

El monto del salario mínimo de $312.41 correspondiente a la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN), muestra una recuperación real de alrededor del 190%. De incrementarse 20% el salario mínimo, como sugieren señales del sector patronal y gubernamental, el salario mínimo quedaría para el próximo año, en $374.892 para la ZLFN y en $248.93 para el resto del país.

Cantidades muy por debajo de nuestra propuesta consistente en duplicar el salario mínimo no sólo en la ZLFN sino en el resto del país: $624.82 y $414.88, respectivamente.

La perspectiva de la burguesía mexicana y de su clase política es anclar los salarios mínimos bajo el espurio argumento de que en las familias proletarias existen dos o más con ingresos laborales y de esa manera se garantiza un “salario del bienestar familiar”.

 La cobertura de los salarios mínimos para adquirir la canasta alimentaria más no alimentaria urbana establecida por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) con la que se mide si una persona se encuentra o no en pobreza monetaria, está lejos de dar cobertura a todos los integrantes del hogar. Alcanzaba para solventar las necesidades de 2.2 y 1.5 personas en la ZLFN y en el resto del país; es decir, no alcanza para cubrir las necesidades de una familia entera con un promedio de cuatro miembros.

Se avanza sin levar anclas.  El desdoblamiento del jefe o jefa de familia evocado en la Constitución cuyo salario mínimo debe ser suficiente para atender las necesidades materiales, sociales, educativas y recreativas de su familia, en dos proveedores de ingresos para sumar el “salario familiar del bienestar” es una forma de separar lo real con lo artificial. Se pretende zanjar mermas reales del poder adquisitivo de manera ficticia.

Volviendo a Twain:

(…) Dicen que los salarios han ido aumentando, poco a poco, a través de los siglos (…) Sabemos cuáles son los jornales que se pagan hoy en este país, y en el vecino, y en el de más allá. Con estos datos acabamos por averiguar el jornal medio de nuestro tiempo… Sabemos lo mismo de los salarios de hace cien años, por el momento, para fijar la ley del progreso, la medida y la tasa de los aumentos periódicos de la retribución por el esfuerzo realizado (Pp. 250ss).

Eso es lo que sucederá en cuanto a los sueldos. En aquellas edades remotas, un hombre ganará en una semana lo suficiente para comprarse lo que vosotros tenéis que pagar con los jornales de cinco semanas… Y sucederán muchas cosas sorprendentes (p. 252).

La metafísica del progreso de la que hace gala el yanqui decimonónico retrotraído a los años artúricos, es elocuente.

En el siglo XIX, las luchas obreras y sindicales agrietaban al capital consiguiendo conquistas como la reducción de la jornada laboral, prestaciones y mejoras salariales.

Y Mark Twain, lo consignaba en su novela cuando pregunta a sus interlocutores del medievo.

¿quién es el que fija, cada primavera, los salarios que recibirán los criados, los artesanos y los labriegos, durante el año?

A veces la Corte, a veces el Consejo municipal. Pero casi siempre los magistrados. En general podemos decir que es el magistrado quien determina la soldada.

 ¿Y no solicita nunca el consejo de los labriegos, de los criados y de los artesanos para fijar esos salarios?

¡Qué idea! El único que tiene interés en el asunto es el señor que ha de pagarlos …

Sí, claro… Pero creí que a los demás, los que han de cobrarlos, tal vez les gustaría decir alguna palabrita en el asunto… Nada de importancia… Una simple intervención de cortesía, ¿comprendéis? Los señores son nobles, gente rica, para quien todo marcha viento en popa. Ellos, que no trabajan, son los que determinan cómo han de pagar a los que se descrisman para enriquecerlos más aún. Con el tiempo, los trabajadores descubrirán una organización que recibirá el nombre de sindicato, en nombre del cual dirán su palabrita y darán su opinión acerca de los jornales que los pobres señores tendrán que pagarles (p. 252)

Y con el tiempo, esos sindicatos que alcanzaron su gloria al conformar La Internacional y proclamar un futuro comunista, terminan domesticados y controlados por la patronal y los estados burgueses. Ocurre todavía en pleno siglo XXI, en múltiples países, como México.  

Pero también con el tiempo, los sindicatos y las organizaciones proletarias poco a poco empiezan a rebelarse, independizarse y recobran su caminar emancipatorio.

Entre tanto, la fascinación por las innovaciones tecnológicas y científicas adosadas por moralinas liberal conservadoras, democracias mediáticas y remedos de estados de bienestar, alimentan creencias de regeneradoras transformaciones. Pero al enfrentarnos a las destructivas realidades ambientales y lacerantes relaciones sociales, es posible acabar como en la novela de Twain, cuestionando la aparente superioridad del capitalismo frente a otros periodos de la humanidad tanto o menos pletóricas de superstición e ignorancia acerca del devenir histórico de las formaciones económico sociales y de sus fuerzas productivas.

SIC mx

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