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Empleo subcontratado: Ya nadie permanece en un lugar

Por: Enrique Kato Vidal
Paulina Hernández Mendoza

En una encuesta a trabajadores eventuales se les preguntó si preferían que su empleo fuera temporal o permanente. La respuesta de una gran mayoritaria fue que prefieren un empleo estable y permanente. Esa encuesta se ha levantado en varias ocasiones por la Universidad Princenton a lo largo de 20 años. Otra pregunta dirigida a trabajadores independientes y contratistas fue si preferían su situación laboral o trabajar como empleado para alguien más. En este caso, la respuesta mayoritaria de los trabajadores por cuenta propia fue que preferían ser sus propios jefes, en vez de mantener un empleo remunerado tradicional. Estas preguntas se hicieron a trabajadores de Estados Unidos. Pero esas respuestas nos alcanzan y son muy relevantes para México en donde se ha profundizado la subcontratación (o outsourcing) en el último par de décadas.

Cada vez que se discute si el país está creando pocos o muchos empleos se omite hacer explícito qué tipos de empleos son, o si acaso son subcontratados. Esto es importante porque ha cambiado la forma en que se recluta a los trabajadores y la subcontratación ya es parte central del mecanismo laboral en el mundo, el cual va desplazando crecientemente aquella vieja forma de contratación directa entre el trabajador y su patrón. Incluso, desde hace muchos años, en las estadísticas laborales se encuentran conceptos que buscan identificar al patrón intermediario, aquel que funge patrón, aunque la solicitud de contratación provenga de otra empresa. Esos conceptos son “Personal contratado y proporcionado por otra razón social” o “Trabajadores en las instalaciones de otras empresas donde se les envía”. Esta es una modalidad de subcontratación, en la que reconocemos a las agencias de empleo. Entre sus ventajas está la de hallar más fácilmente a los perfiles adecuados para que se cubran pronto los puestos vacantes y consecuentemente que sean más breves los episodios de desempleo. Desafortunadamente, dada la facilidad para despedir, los empleos creados podrían ser más breves, causando una mayor rotación de personal.

Foto: Internet

En la narrativa de por qué existe la subcontratación se afirma que en las empresas hay unas actividades que son esenciales y otras no. Usando esa distinción se contrataría directamente al personal para las actividades esenciales y se obtendría trabajo subcontratado para las actividades no esenciales. Francamente, ha sido un mito esa regla que busca delimitar qué es lo esencial. La enorme expansión de las subcontrataciones estaría indicando que es muy pequeño el núcleo esencial y con tendencia a achicarse. Para describir el curso de las cosas se requiere cambiar la narrativa. Veamos la otra modalidad de subcontratación, le podemos llamar subcontratación interna o insourcing, en oposición al out-sourcing. En este caso, dentro de cada empresa se crea una agencia propia de subcontratación. Así en vez de contratar a una empresa de outsourcing, se compite con ella creando internamente un departamento para contratar al personal. Bajo esta modalidad de insourcing ha aumentado en gran medida los trabajadores subcontratados. Se ha explicado que al separar en dos la razón social de una empresa se logra: (1) obtener al personal en una figura jurídica que no obtiene ganancias ni hace reparto de utilidades y (2) capturar todas las ganancias para los dueños en la razón social que dio origen a la empresa, excluyendo a todos los trabajadores hayan sido esenciales o no.

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La esencialidad del trabajo no es la única forma en que se justifica la subcontratación. En el arsenal de las explicaciones se guardan otros dos argumentos. Uno de esos argumentos sugiere que la subcontratación es una oportunidad para que las personas demuestren al patrón su calidad laboral. Así, al paso de un cierto tiempo se podría obtener una basificación o contrato permanente, con lo cual se cancelaría la condición de trabajador subcontratado. Ese argumento podría ser válido. Dadas las múltiples interacciones sociales, se registran todo tipo de procesos algunos favorables para los trabajadores y otros no. Por eso es útil confrontar la tendencia de las cifras e identificar qué explicaciones describen mejor la realidad.

Las fuentes de información sobre el empleo dan una perspectiva incompleta, lo que dificulta dar respuestas puntuales sobre los argumentos de la subcontratación respecto al período temporal a prueba. Siendo juiciosos con la evidencia mexicana podríamos afirmar lo siguiente. Considerando las últimas dos décadas en México, podemos notar que mucho de los empleos que se han creado han sido por subcontratación. Además, se ha registrado un mayor porcentaje de empleo subcontratado no sólo en jóvenes, sino también en personas adultas. Si usamos la interpretación de que la subcontratación es una prueba temporal, entonces deberíamos concluir que se han generalizado esas pruebas a todas las edades y a todos los niveles de empleo. En otras palabras, al ser temporal el outsourcing y estar expandiéndose, esto implica que está llegando a un número y variedad mayor de personas. Sin que se observe que, en la actualidad en comparación al pasado, haya más estabilidad laboral, menor rotación de personal o que se haya cumplido la promesa de más creación de empleos permanentes luego de coexistir con la subcontratación.

Foto: Internet

En ese sentido, para la mayoría de los trabajadores la subcontratación no es, ni ha sido, ese pasaporte que te permite viajar de un empleo temporal a uno permanente. Convendría dar un contexto más amplio y explicar que lo laboral en un país como México tiene a millones de personas ocupadas en micronegocios, sin contratos, sin vacaciones, mayormente como trabajadores independientes o por cuenta propia. A ese tipo de trabajo, le podemos denominar el sector tradicional. Sólo reconociendo lo vasto del sector tradicional se puede comprender porque un país con 130 millones de personas, tiene registrada la escasa cifra de 20 millones de empleos en el Instituto Mexicano del Seguro Social, a veces calificados como empleos formales.

Aún si corrigiéramos la base de comparación, la proporción de personas empleadas es muy pequeña. Únicamente una de cada cinco personas adultas se encuentra trabajando en el sector moderno, incluyendo al personal subcontratado. Para calcular esa proporción usamos como denominador la población mayor de edad, aproximadamente 94 millones de personas en 2020. Bajo este contexto, no ha estado vacía la frontera entre el mundo laboral tradicional y el moderno. Especialmente, en los últimos años, las empresas que subcontratan han reclutado a muchos que buscan un empleo en el sector moderno y otras muchas personas, desincentivadas por el panorama, han creado sus opciones de trabajo desde la trinchera tradicional. Para quienes mantienen una búsqueda de empleo, el panorama se torna adverso, ya que ha aumentado la probabilidad de que el trabajo disponible sólo pueda obtenerse mediante la subcontratación.

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Entonces, si la subcontratación no nos ha impulsado hacia empleos más estables y mejor remunerados, eso significa que ha sido un obstáculo que nos aleja del desarrollo al que aspiramos. No es este el espacio para dar recomendaciones o proponer recetas de políticas públicas. En la literatura especializada, ya se han propuesto acciones, entre ellas: fortalecer la capacidad de negociación colectiva, dotar de más recursos para la seguridad social, tanto para el desempleo como para las pensiones y, desde luego, una legislación laboral que prevenga abusos hacia los trabajadores subcontratados y que brinde condiciones más igualitarias a las modalidades de contratación.

Para dar recomendaciones más específicas se requiere indagar más, no sólo en lo concerniente a la subcontratación, sino también en la débil estructura empresarial y en la monopolización de la economía. Avanzar hacia una economía más resiliente, más equitativa y con más oportunidades, requiere la participación masiva de actores económicos, muchos de los cuales pueden quedar excluidos por las prácticas obstaculizadoras de los grandes empresarios. Finalmente, hacer una discusión colectiva sobre la subcontratación nos da la oportunidad de reflexionar sobre la calidad empleo y de cómo crear bases más amplias de desarrollo.

Contacto enriquekato@uaq.mx

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