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CRÓNICAS COVIDIANAS

Agustín Escobar Ledesma

Mientras que en León, Guanajuato, las autoridades locales destinaron cuarenta y tres centros de vacunación simultáneos para inocular a los adultos mayores de aquella ciudad la vacuna contra la covid-19, en Querétaro, el gobierno del estado, únicamente permitió cinco lugares, el Parque Alfalfares, el Eco Centro Expositor, el Parque Bicentenario, el Centro Universitario de la UAQ y el estadio La Corregidora y no los dieciséis que inicialmente propuso la Secretaría de Bienestar Querétaro.

Era de esperarse que la reducción de espacios simultáneos para vacunar a casi 112 mil queretanos mayores de sesenta años iba a provocar aglomeraciones y varias horas de espera. Fue por esto que decidí narrar paso a paso, en tiempo real a través de la plataforma de Facebook, mi propio caso, al acudir a vacunarme al estadio La Corregidora el 7 de abril (Día Mundial de la Salud), a las once de la mañana, debido a que a esa hora le correspondía a los apellidos que iniciaban con la letra E.

Antes de salir de casa desayuné, llené una botella con agua y también agregué algo de fruta en mi mochila por si era necesario; además, me puse un sombrero de palma para cubrirme del sol en caso de estar a la intemperie. Lo mismo que hago cuando voy a alguna comunidad indígena o campesina.

10:43 h. Llegué al estacionamiento del estadio; cientos de personas de la tercera edad están formados en largas filas sin la sana distancia, como si fueran a entrar a ver algún partido de futbol; algunas personas, supongo que de las y los integrantes de Jóvenes Construyendo el Futuro, las forman de acuerdo a las iniciales de su primer apellido. Además de quienes se vacunarán, como en toda concentración de personas, también llegaron los vendedores de agua, tacos, sombrillas, gel desinfectante, mascarillas, etc. Yo no encuentro la letra E y me formo con los de la F y, aunque se siente un poco del calor solar, un vientecillo lo hace tolerable.

11:15 h. Después de casi media hora de espera, logré pasar el primer control al identificarme con mi credencial de elector; después de haber estado de pie, ahora puedo sentarme en una silla a la sombra bajo una extensa carpa, al igual que otras cuarenta y nueve personas, porque nos han subdividido en células de cincuenta personas. Aquí sí hay sana distancia. Me da un poco de sed y tomo un sorbo de mi botella porque no quiero acudir a los baños portátiles colocados en distintos lugares.

11:26 h. Ahora nos indican que avancemos y nos hacen pasar por un arco sanitizante (recuerdo que el doctor Hugo López Gatell, subsecretario de Salud, en algún momento señaló que este tipo de artefactos no eran confiables porque podían ser transmisores del virus sars-cov-2) en el segundo filtro de ingreso. En este lugar veo a soldados de la Sedena que se distinguen por sus uniformes verdes y sus armas largas, van de par en par, patrullando el lugar.

En este sitio entregué el registro que previamente realicé en línea en el portal de la Secretaría de Salud. También nos indican que esperemos la aplicación de la inyección. Una persona de bata blanca que se presenta, muy amable como doctora y con el nombre de Sandra, muy jovencita, da indicaciones sobre la vacuna y señala que nos será aplicada el biológico AstraZeneca.

Por supuesto que no hay manera de escoger qué tipo de vacuna le aplicarán a quienes estamos en espera de ser inoculados y, en el caso de AstraZeneca, es el nombre de la empresa farmacéutica del Reino Unido, cuya vacuna se llama Vadxzevria y que ha provocado coágulos en algunas personas por lo que fue suspendida en algunos países, aunque de manera temporal y después la retomaron ante los mínimos porcentajes de afectación a la salud de las personas.

11:47 h. Mientras espero la inyección aprovecho para agradecer las atenciones de las y los integrantes de Jóvenes Construyendo el Futuro. Son muchachas y muchachos voluntarios que hacen que la maquinaria de la vacunación esté aceitada, en orden y sin contratiempos.

12:00 h. Otra joven doctora, Ana, es la encargada de aplicar la vacuna en mi músculo deltoides izquierdo y, para combatir las llamadas fake news que existen alrededor de las vacunas, por un supuesto caso de una enfermera que inyectó aire a una persona, la doctora primero me mostró el contenido de la jeringa y, hasta me preguntó que si quería foto o video para que me lo tomaran al momento de la inyección. No me dolió el piquete y después de permanecer sentado durante media hora, salí del recinto.

12:30 h. Entre el personal médico estuvieron presentes la Universidad Autónoma de Querétaro, la Secretaría de Salud de Querétaro y de la Secretaría de Salud del gobierno federal. Cuando salí hacía un poco más de calor, pero las filas de la gente que esperaban ingresar (accesar, dicen ahora), eran menores que cuando llegué.

Regresé a casa, con la promesa de recibir la segunda dosis dentro de cuatro o seis semanas, en el mismo estadio La Corregidora, sitio que ahora tiene una verdadera función social y no sólo es un lugar de entretenimiento masivo al servicio del capital.

Al día siguiente sentí dolor de cabeza, pero nada del otro mundo que no me aliviara con una aspirina.

SIC mx

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