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CONSTRUCCIÓN COMUNITARIA: LA 4T VA!

Por: Guadalupe Guerrero Dávila

Interesados por conocer de cerca los programas de Bienestar, un grupo de compañeros unidos por el ideal común de participar en la transformación de nuestro país, solicitamos al doctor Gilberto Herrera Ruiz, la oportunidad de acompañarlo en una de las visitas que hace a las comunidades de Querétaro, para dar seguimiento a los diferentes programas de Bienestar que el gobierno federal desarrolla en atención a grupos vulnerables.

El gusto por compartir y por el trabajo en equipo del doctor Herrera nos facilitó formar parte de una experiencia rica y profunda.

El viaje fue a la Sierra Gorda, cuatro comunidades de Peñamiller hasta llegar al Moral, al pie del Cerro de la Media Luna, donde la historia habla de la dignidad de los chichimecas que, antes de ser sometidos, decidieron lanzarse al precipicio para acabar con la posibilidad de perder la libertad.

La cita para salir al viaje, la puntualidad de todos, la amabilidad del doctor Herrera, de cada uno de los trabajadores acompañantes: antropólogos, maestros de la Universidad Marista, responsables del registro gráfico y en diario de campo y para conducirnos a nosotros tres, Víctor Jiménez colaborador del equipo del doctor Herrera, fue un buen inicio.

Víctor desde principio a fin, mostró gran entusiasmo, amor y orgullo de su trabajo, nos ayudó explicando sus tareas, sus viajes continuos, las innumerables horas que la tarea comunitaria requiere, la directriz de trabajo bajo normas estrictas, pero conducidas por el principio de respetar la dignidad propia y la de los demás.

Al compartir con Víctor sus experiencias, su sentir, me pregunté sobre la hipótesis sobre si la actitud y valores de los trabajadores son el reflejo del ejemplo de quien los dirige.

Al subir por las brechas de terracería angostas, en las que sólo alcanzo a ver la profundidad de la difícil geografía, me envuelve el miedo de caer, pero me animo disfrutando el paisaje, la abundancia de ideas de mis compañeros de viaje.

Víctor nos invita a escuchar el discurso, de 1923, del Día del Maestro de José Vasconcelos (Secretario de Educación Pública durante el gobierno de Álvaro Obregón), quien propone transformar la historia del país y destaco de él lo siguiente: “…quiero al que trabaja y no puedo ver al que estorba, no sé si esto es perder el corazón o es agrandarlo, porque se apega solamente a la inmensidad del ideal…no hay más que dos clases de hombres, los que destruyen y los que construyen y solo hay una moral, la antigua y la eterna, que cambia cada vez que se ve prostituida… de acuerdo con los tiempos podríamos llamarla la moral de servicio…llamemos al servicio a todo rendimiento destinado a los otros…”.

El discurso de Vasconcelos habla de constructores de obras, de un gobierno de servicio. Al escucharlo aparece un hilo que enreda las acciones de nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador preocupado por servir, por una patria más justa y libre que nos lleve a crear, a construir. Indiscutiblemente, este es un hombre constructor de gran altura y pienso obviamente en el doctor Gilberto Herrera, hombre de trabajo y construcción.

Al llegar a Las Higueras ahí está La Guardia Nacional escoltando a los Servidores de la Nación, quienes llevan los registros y dinero que se va entregar; la gente de la comunidad en su mayoría son mujeres adultas mayores, están muy ordenadas, guardando distancia. Aunque no esté la pandemia del coronavirus en aquel lugar, se siguen los protocolos, platico con Eufrosina Gudiño y su hermana, le pregunto su experiencia sobre el apoyo que va a recibir “es la primera vez que lo recibo”, aah y ¿cuánto va a recibir?, no me responde, pero ya viene atendiendo uno por uno el doctor Herrera, explicando cuánto van a recibir y porqué, antes él ya revisó registros, hizo preguntas a los responsables de la entrega, todo en orden, partimos a otra comunidad.

Entrega casa por casa a personas con capacidades diferentes y ancianos que ya no pueden ir a recibir a donde se agrupan (auditorio, tienditas, etcétera), el doctor Herrera decide caminar a buscar a una persona que no puede acudir a recibir el apoyo, le dicen que es un kilómetro caminando y se anima, pero en realidad son casi dos kilómetros de ida y otros tantos de vuelta.

Con el calor húmedo y el sol a todo lo que da, muchos lo seguimos. Le pregunto, si al él no le interesa que la gente sepa su nombre, quién es. Me explica que no es su interés, ni pagar por templete, ni música, ni micrófonos, que antes se gastaba más en eso que lo que se le da a la gente.

Observo cuando él necesita hablar con alguien del equipo o con los maestros de la Universidad Marista, que acuden para ver cómo apoyar a través del trabajo de servicio social de los alumnos de esa universidad, cuyos principios se basan en la formación de profesionales para servir a los más vulnerables, no quiere que alguien lo llame o grite: maestro le habla el doctor Herrera, él dice: no, no, vamos a donde están ellos.

Llegamos al lugar, el doctor sube a conocer a la anciana a quien se le lleva su dinero, platican se coordinan y vamos a otro hogar de niños con capacidades diferentes, en donde también el doctor pasa a conocer la vivienda, lo que es parte de las normas de trabajo, reciben dos niños catorce mil pesos, un médico ya ha orientado a la familia para que inviertan en sillas de ruedas, en adecuación de los espacios para favorecer la calidad de vida de los niños, es un trabajo donde confluyen diferentes profesionales.

Sigue el recorrido, el doctor Herrera, platica con una mujer abandonada por su esposo con dos hijos, él le sugiere tramite las becas para los niños, ella es tesorera del programa “La Escuela es Nuestra” en el que la comunidad decide qué se va a construir, en este caso dos aulas y un comedor, ellos reciben directamente el recurso que administran, llevando claridad de cuentas.

Es requisito que solamente trabaje gente de la comunidad en equidad de género, con ello se fortalecen lazos de identidad comunitaria y simbólica, se genera trabajo, se obtienen mejores obras, porque son para sus hijos.

Llegamos a la comunidad El Moral, que tiene ese programa, aquí observamos un aula pequeña y otra que están construyendo la gente de la propia comunidad (porque así lo señalan las normas), tres veces más grande, con muros más gruesos, piedra color de rosa en la fachada, acabados más firmes y estéticos.

La escuela creada por gobiernos anteriores tiene costo de ochocientos mil pesos y en la que construye la comunidad y casi está terminada, llevan invertidos alrededor de doscientos cincuenta mil pesos. Me indigna el robo y la deshumanización de los gobiernos que arrebatan a los más pobres las posibilidades de mejorar su vida.

El doctor Herrera se reúne con dos jóvenes arquitectos (una mujer y un hombre, voluntarios), con la comunidad de padres de familia, tesoreros y con los maestros y ayudantes de obra, hacen cuentas de cuánto han gastado y cuánto están pagando por la mano de obra: dos mil a los maestros y mil quinientos a los ayudantes, semanales.

El doctor señala al maestro responsable de la obra: no veo mujeres trabajando (en la construcción), “es que están trabajando en la construcción de la carretera de allá abajo”, ¿cuánto les pagan? quinientos. El doctor sugiere que deben trabajar las mujeres en esa obra para que ganen mil quinientos (asocio su preocupación por la tesorera).

Explica que la comunidad debe exigir a los docentes más trabajo porque los niños saben muy poco y la educación sirve para enfrentar la vida, esto porque él mismo examinó a una niña de sexto grado.

En esta experiencia puedo ver muy de cerca, programas que llegan a gente que realmente los necesitan, que la 4T no es un sueño solamente, falta mucho por hacer pero ella va!, camina por senderos de verdaderos constructores, hombres y mujeres con una arraigada moral de servicio.

Al platicar con el señor Concepción, subdelegado de El Moral, me dice: “Cansados de pedirle al presidente municipal que nos ayudara y, hoy, mire lo que estamos haciendo. Ya pasó por aquí y nos preguntó ¿qué están haciendo, quién les da dinero, apoco les van a dar para que terminen? El gobierno federal, le dijimos. Estamos contentos nunca nos habían dado el dinero directo, nunca habíamos hecho esto”.

Cuando enlazo en una trama y urdimbre cada movimiento, cada palabra, cada hecho, de la gente de Bienestar Social, de la comunidad, mi corazón late con la fuerza de la esperanza, pero también se oprime, me duele, saber del desprecio de los destructores hacia el proyecto y trabajo real de la 4T. Ahí, en El Moral, no contuve las lágrimas, al constatar que se está construyendo, que se ponen gruesos cimientos, la estética y la ética guía los pasos de estos valiosos hombres y mujeres, de estos servidores que tienen el corazón repleto de la alegría que da servir a los otros, ahí no hay estorbos.

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