Sobrevivir a la cuarentena es un privilegio de clase
Querétaro, Qro., a 19 de marzo de 2020 – Hay un vídeo que circula en internet de un hombre en España que es abordado por policías mientras camina por la calle en los días de cuarentena, lo rodean entre varios policías y de forma violenta le dicen que no puede salir más, que la situación es seria y está muriendo mucha gente. También de España vi el video de Charo, una anciana de 80 años a la que sus vecinos le cantan el feliz cumpleaños desde sus balcones y ella los mira emocionada; en la descripción del vídeo, publicado por un diario español, se agrega que Charo está en riesgo de ser desahuciada, como muchos de sus vecinos, porque la inmobiliaria vendió sus pisos sin avisarles. Después me encontré con una blogger mexicana que promociona su código de Rappi agregando que en estos días se puede usar la aplicación si no quieres ir al supermercado o a comprar comida y prefieres que alguien lo haga por ti; menciona que hay una opción en la aplicación con la que puedes evitar el contacto con el repartidor y acordar que deje el paquete en un punto para que después pases por él. En los supermercados y farmacias comienzan a agotarse los artículos de primera necesidad. La incertidumbre de la cuarentena inicia y no sabemos si seguir las instrucciones y quedarnos en casa o salir y trabajar para pagar la renta. Lo peor de la pandemia es vivirla en un sistema tan hostil.
Entre la brutalidad policial ahora justificada por el miedo al contagio, el racismo, los casos como el de Charo que nos muestran lo complicado que es para lxs adultxs mayores sobrevivir en el capitalismo y la gente privilegiada que puede quedarse en sus casas ordenando por comida para que otra persona arriesgue su salud por un pago de miseria, el coronavirus está mostrando lo peor del mundo que habitamos.
Es quizá la gente más privilegiada quien mejor sintetiza la situación precaria de lxs demás, de forma involuntaria, su privilegio de clase es tal que celebran la cuarentena. Ahora tendrán tiempo de leer, hacer yoga en casa, meditar, empezar ese proyecto de empresa, terminar una serie en Netflix…entre muchas otras actividades. La romantización de la cuarentena; la agradecen, se toma como bendición, se pide la cena por Rappi y se le ordena al repartidor dejarla en el portón para no tener ni el contacto mínimo con él. La misma gente después ve fotos de otrxs tomando el camión, vacacionando en Acapulco o saliendo a trabajar y desde su cama se cuestionan por qué en México no cambiamos nuestra mentalidad, por qué somos tan indisciplinados. “Si no pueden dejar de trabajar, hagan home-office” es el nuevo “coman pasteles”; así como María Antonieta en sus tiempos, se habla desde el enorme privilegio de tener algo para comer sin salir a trabajar diario.
Preocupa qué harán lxs trabajadorxs más precarios, lxs que venden en los camiones, lxs de los puestos de comida, ambulantes, taxistas, trabajadorxs domesticxs, repartidorxs, vendedorxs de los mercados. Toda la gente que no come si no trabaja y que mantiene hijos y paga renta, agua, luz; los pequeños negocios que pagan sueldos a sus empleados; las madres que no cuentan con alguien para cuidar a sus hijxs mientras salen a trabajar y ahora que las escuelas suspendieron clases no saben qué harán. Todo el impacto económico que tendrá el quedarnos en casa lo van a pagar quienes menos tienen y quienes viven al día, así como también el trabajo de cuidados durante la cuarentena recaerá en las mujeres. No hay un plan de contención que nos permita saber qué hacer cuando se lleguen las fechas de pago, qué apoyo recibiremos cuando nos enfrentemos a los despidos que dejará el golpe a la economía y qué acciones se tomarán para responder al aumento de violencia doméstica que se prevé durante los días de encierro.
En España organizaciones sociales proponen un Plan de Choque Social que exige la suspensión de pagos de alquiler, hipoteca y servicios básicos, el fin de los despidos e intervenir la sanidad privada sin compensación económica. Urge pensar en la gente que no puede costearse la cuarentena.
La intención no es negarse rotundamente a quedarnos en casa sino reflexionar que no tenemos un sistema económico en el que podamos sobrevivir, aunque sean pocas semanas, si no trabajamos. En una entrevista reciente Naomi Klein hablaba de la crisis actual y mencionaba que no podemos pensar que estaremos seguros con una buena atención médica porque si la persona que hace nuestra comida o empaca nuestras cajas no puede darse el lujo de ser examinada o de quedarse en casa, seguimos en peligro. No hay manera de cuidarnos si los cuidados no se extienden a todas, todos y todes y no podemos extender esos cuidadnos si continuamos pensando desde la individualidad, votando gobiernos que encarecen el costo de la vida en las ciudades y dando el poder de legislar a la misma clase política privilegiada que no entiende la inseguridad que genera. El paso por la pandemia va a ser complicado y será más difícil atravesar esta crisis y las siguientes si no comenzamos a pensar y a votar en colectivo.
Entendamos que las medidas que podemos tomar frente a la propagación del virus están directamente relacionadas con nuestra capacidad económica: sobrevivir a la cuarentena es un privilegio de clase. Quien pueda costear quedarse en casa más de un mes, hágalo, que ese sea el aporte al bien común; pero evitemos juzgar a quienes no pueden darse el lujo de cuidar de su salud en tiempos de capitalismo salvaje.
• Entrevista a Naomi Klein: https://www.vice.com/en_us/article/5dmqyk/naomi-klein-interview-on-coronavirus-and-disaster-capitalism-shock-doctrine
En opinión de Diana Laura Tapia Castillo