La economía mexicana vista desde la Constitución
Por: Miguel Nieto Escudero
Nuestras leyes constitucionales nos definen una economía con respeto a los derechos económicos individuales y colectivos, sobre la línea principal de las libertad de trabajo, libertad de comercio y la libertad para concurrir a cualquier actividad productiva de cualquier sector económico.
La Constitución nos dirige a construir y reconstruir nuestro Proyecto Nacional en todos los aspectos; y en el terreno de la economía nos obliga por ley a planificar nuestro desarrollo, a eficientar nuestra economía, a superar el atraso, las carencias económicas más extremas y la pobreza de amplias capas sociales; la ley nos obliga al uso correcto de todos los recursos naturales y económicos nacionales; a impulsar y estimular las actividades productivas esenciales del país y de la población; a tutelar el trabajo asalariado, la propiedad particular sobre la tierra y otros factores o medios de producción, en particular tutelar la posesión de la tierra ejidal y comunal, y cuidar el patrimonio familiar del campesino y del trabajador asalariado.
La Constitución estructura nuestra economía en tres sectores fundamentales: el sector público, el sector privado y el sector social; a cada uno de ellos le obliga por ley a participar en la construcción y reconstrucción del Proyecto Nacional en la medida de sus recursos y fuerzas y con las libertades, derechos y obligaciones específicos.
Para los tres sectores es una obligación evitar la construcción de monopolios y realizar prácticas oligopólicas, evitar la especulación, el acaparamiento, la colusión con fines de dominación económica.
Se prohíbe también para los tres sectores el uso incorrecto de recursos públicos, el enriquecimiento a través de la corrupción, la omisión de contribuir con los impuestos que los sectores privado y social deben aportar. Se prohíbe la economía basada en el crimen, la delincuencia y las actividades ilegales y peligrosas.
Aún cuando nuestra Constitución nos da libertades y derechos económicos amplios, no se lee en ninguna de sus páginas que se defina a nuestra economía como liberal y menos aún que se le defina como una economía capitalista. A pesar de la ausencia del concepto liberal en las páginas constitucionales, una corriente muy arraigada la ha interpretado desde el ángulo del liberalismo extremo o neoliberalismo, con el desastre social y económico que tenemos como resultado de esa interpretación liberal extrema.
Nuestra Constitución no es liberal, es más que eso, es magnánima. Y puede ser leída desde muchos ángulos políticos y teóricos, pero su lectura correcta es desde la aplicación social, justiciera y democrática para el progreso democrático de México.
Nuestro país se había petrificado en todos los aspectos por el simple hecho de no cumplir los preceptos constitucionales, o cumplirlos a medias o tergiversarlos. La Constitución debe ser cumplida por todos sin excepción para seguir construyendo nuestro Proyecto Nacional en beneficio de todas y todos sin excepción.