EL REMEDIO DE LOS CUATRO LADRONES Y EL CORONAVIRUS DE LA PESTE BUBÓNICA
Querétaro, Qro., a 15 de abril de 2020 – Debido a la alta concentración de años que cargo en mi corcovada espalda, de niño me tocó jugar a la roña, popular juego infantil que consistía en corretear a otro imberbe hasta tocarlo y contagiarlo.
Traigo a colación la práctica de este juego, debido a que ahora, en la actual pandemia del coronavirus, debemos guardar una sana distancia para no contagiar y transmitir el virus que nos mantiene alejados de nuestros semejantes.
En otra etapa de la antigüedad, pero del siglo XVIII de Europa, conocido como el siglo de las luces, cuando la gente estaba temerosa y angustiada ante lo desconocido, porque todavía no existía cura contra la peste bubónica, apareció un remedio que pronto se popularizó bajo el nombre del «Vinagre de los cuatro ladrones».
La historia del antídoto está contenido en el libro «La farmacia en casa»*, del Salvador Andreu, quien escribe: «El doctor Boinet explicó en la Academia de Medicina de París la curiosa historia de este remedio: Dijo que durante una terrible epidemia de peste bubónica que hubo en Marsella, los años 1720 y 1721, una pandilla de ladrones asaltaban y robaban las casas de los apestados, abandonadas por sus atribuladas familias y despojaban a los cadáveres. Cuatro de los malhechores fueron capturados y condenados a muerte. Extrañose el juez de que aquellos bandidos hiciesen sus fechorías con tal inmunidad de contagio. A las preguntas del juez contestaron que no se habían contagiado, porque poseían un maravilloso remedio infalible contra las epidemias, cuyo secreto declararían si se les perdonaba la vida, o si no, moriría con ellos. Aceptó el juez la proposición y fueron libertados, resultando que la receta era el vinagre de ajo aromatizado que luego se generalizó y de ahí su nombre de ´Vinagre de los cuatro ladrones´».
A pesar de los avances de la ciencia médica, en nuestros días los virus continúan apareciendo y también nosotros al igual que nuestros antepasados, continuamos sufriendo el temor a lo desconocido porque en ello nos va la vida y no sabemos hasta cuando volveremos a jugar a la roña.
En opinión de Agustín Escobar Ledesma.
*La farmacia en casa. Andreu, Dr. D. Salvador. Edición de autor. Barcelona, España,1923 pp 123-124.