La meta cambia 40/30

Por: Andrés Peñaloza Méndez
Desde el 1º de mayo de 1890, atendiendo la convocatoria, realizada un año antes, por la Segunda Internacional Socialista y Comunista (en honor a los mártires de Chicago, obreros reprimidos y lideres asesinados en 1886), las manifestaciones proletarias, cada año, alcanzan un mayor número de países. Este año en por lo menos 120 naciones se registraron movilizaciones, incluido los Estados Unidos (a pesar de que en aquel país el día del trabajo se celebra en septiembre) y; en Cuba, la población, como ocurre año tras año, las calles y avenidas se desbordaron reafirmando su fidelidad con la revolución.
México, presenció desde pequeñas demostraciones públicas hasta la gran marcha unitaria convocada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), la Nueva Central de Trabajadores y Trabajadoras (NCT), y múltiples sindicatos, organizaciones sociales y políticas, entre ellas elPartido Comunista.
Hace 135 años la primera manifestación proletaria simultánea tuvo como demanda central limitar a ocho horas la jornada diaria de trabajo. Veintisiete años después, fruto de la revolución mexicana, la demanda de la Segunda Internacional queda plasmada en la Constitución de 1917.
En el Manifiesto del Partido Comunista escrito por Marx y Engels en 1848 también se planteó la reducción de las extenuantes jornadas laborales. Desde entonces, la incansable labor de militantes comunistas por todo el orbe,observó notables avances revolucionarios y sindicales durante el primer tercio del siglo XX, permitiendo cristalizar el CO47-Convenio sobre las cuarenta horas, de la Organización Internacional del Trabajo (1935), con el propósito de proteger la salud física y mental de las personas trabajadoras en el mundo; y, aunque firmado por México,nunca fue ratificado formalmente.
En la década de los años setenta del siglo pasado, la burocracia mexicana, logró acortar la jornada a cinco días a la semana y ocho horas de trabajo.
Sin embargo, para la inmensa masa de personas trabajadores se mantuvieron las horas de trabajo plasmadas desde hace 108 años en nuestra Constitución e incluso, más. En México, las horas trabajadas a la semana necesarias para salir de la pobreza, superan las 56 horas; mientras en Estados Unidos y Canadá son, respectivamente, 30 y 22 horas.
En diversas instituciones y niveles de gobierno, por razones justificadas y negociaciones colectivas, se lograron establecer jornadas de siete y seis horas de trabajo diario, conquistas que se pretenden ahora revertir, siguiendo el libreto expuesto por el empresario, líder sindical y diputado morenista, Pedro Haces, de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), quien planteara “que los trabajadores no quieren trabajar menos sino ganar más”, al fijar su postura sobre la reducción de la jornada laboral.
En esa tesitura, el director general del ISSSTE, Martí Batres, extiende la jornada laboral al implantar el “Programa laboral voluntario” para aumentar en dos horas la jornada, de seis a ocho horas.
Con una inversión anual de 2,108 millones de pesos y la justificación de reducir tiempos de espera, incrementar cirugías y fortalecer los servicios médicos, la cúpula gubernamental, con singular alegría reportan al 29 de abril,la cantidad de 17,204 personas trabajadoras de la salud inscritas “voluntariamente” para prolongar su jornada de trabajo a cambio de mejorar sus magros salarios.
Mientras extienden la jornada de trabajo en el ISSSTE, el 1º de mayo la presidencia de la república, a través delsecretario del trabajo y ante la cúpula sindical charra y neo charra, rebasan por la derecha y anuncian una transición consensuada para pasar de 48 a 40 horas. Queda la Ley silla para no cansarse de esperar por cinco años y otros tantos, de fútiles discusiones previas.
Los partidos con mayoría en ambas cámaras legislativas, han dilatado por dos años la aprobación del dictamen elaborado, tras varios años previos de discusiones y foros, para la reducción de la jornada laboral. Ahora, el gobierno federal, extiende cinco años más para llegar a las 40 horas.
El consenso entre la patronal, el charrismo y el gobierno, para alargar el acortamiento de la jornada laboral, expresa la retorsión capitalista y arrebato oficial cuando se les arranca una conquista obrera, haciéndola inevitable.
Persistir en nuestra demanda de reducción inmediata: 40 horas en 2025. Y pasar a una segunda etapa de luchacomunista, haciendo los ajustes a nuestra hoja de ruta moviendo la petición de 35 horas (jornada vigente desde hace 25 años en países como Francia) para el fin de sexenio,a una de 30 horas semanales con pago de 56.
Sobra decir que el anuncio presidencial, fue recibido por los sectores más activos en esta demanda, como el Frente Nacional por las 40 horas y muchísimas agrupaciones sindicales, sociales y políticas, como una muestra inocultable de la subordinación gubernamental hacia la patronal.
Evitar el desánimo y la desmovilización, enfrentar la parsimonia y simulación para atender las demandas obreras por parte del Estado, es un reto de las organizaciones obrerasen esta coyuntura.
Siempre del lado de las agrupaciones proletarias se debe contribuir en las reivindicaciones y ejes de lucha en el ámbito laboral, entre ellas la reducción inmediata a 40 horas de la jornada semanal de trabajo y llegar a seis horas de trabajo diario, con dos días de descanso obligatorio, al cierre 2030, para hacer historia y colocarnos a la vanguardia internacional en este tema.
P.d. Cordial invitación para asistir y/o conectarse al «Diálogo entre la sociedad civil organizada latinoamericana y europea. Mitos y realidades de los tratados comerciales en el nuevo contexto global” a realizarse este 12 de mayo de 2025, en el Centro de Estudios Europeos (CEE) del Centro Universitario Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara.

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