OpiniónzDestacado

Guatemala, plasticidad de la memoria histórica

Por: Andrés Peñaloza Méndez

Memoria Histórica Latinoamericana: Guatemala 1944-2024

Del 26 al 29 de agosto pasado, en las unidades Xochimilco y Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), institución con fuerte identidad latinoamericana, se llevaron a cabo las Jornadas Universitarias por la Memoria Histórica Latinoamericana: Guatemala 1944-2024.

Entre los aspectos destacados durante la jornada se mencionaron los profundos lazos históricos y culturales entre nuestro país y Guatemala y la necesidad de profundizar la relación de amistad y cooperación entre vecinos que comparten una frontera de 960 kilómetros.

Se conmemoraron los 80 años de la Revolución de Octubre de Guatemala y la llamada Primavera Democrática que durante una década provocó relevantes cambios políticos y sociales bajo los gobiernos de Juan José Arévalo, considerado primer presidente libre y popularmente electo y, al que le sucedió, Jacobo Árbenz, quién en 1954, fue víctima de un golpe de estado que marcó el inicio de una serie de dictaduras militares y una larga guerra civil, con lamentables secuelas arrastradas hasta el presente.

La Revolución de 1944 fue un alzamiento cívico militar mediante el cual se derrocó al presidente Federico Ponce y se constituyó una junta revolucionaria provisional y algunos de los logros de este movimiento social fue el reconocimiento del derecho al trabajo, la implementación de la reforma agraria y la creación de un comité nacional de alfabetización, entre otras iniciativas.

Nuestra camarada y profesora Nina Torres, investigadora de la Unidad Xochimilco, glosando el texto del excanciller de Guatemala, el maestro Edgar A. Gutiérrez Girón, resaltó el inveterado incumplimiento por los regímenes liberales guatemaltecos, que a partir de 1899 adoptaron un programa conservador y una forma de gobierno autoritaria, para atender demandas populares los cuales pudieron por fin emprenderse durante los gobiernos de Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz entre 1944 y 1954, “diez años de primavera en el país de la eterna dictadura”.

Dicha primavera terminó en 1954, cuando una conspiración oligárquica e imperialista, truncó la “Revolución de Octubre”. Le siguió un prolongado periodo de “infamia y tragedia”. La democracia, recuperada en 1986, ha quedado a medias por el tutelaje del poder militar en por lo menos una década y por el padrinazgo programático del neoliberalismo global y el socavamiento de derechos económicos y sociales.

En la actualidad y como un hecho insólito, Bernardo Arévalo, hijo de Juan José Arévalo, alcanzó el segundo lugar en las votaciones de la primera vuelta electoral del 25 de junio de 2023; y más aún haber conseguido la presidencia de la república la madrugada del 15 de enero de 2024 no obstante, ese domingo “el pacto de corruptos, que es una coalición delincuencial” se obstinaba en impedirlo. Se estiman estos acontecimientos como los “más importantes desde el triunfo de Jacobo Árbenz en 1951”. El triunfo del Movimiento Semilla fue una derrota parcial pero severa para el orden establecido en Guatemala.[1]

El pasado 17 de septiembre 2024, el presidente Arévalo, afirmó que el país se encuentra en un momento crítico para la justicia y llamó a la ciudadanía a vigilar este proceso. Exhortó a seleccionar a los mejores candidatos para los cargos de magistrados del poder judicial, ahora dominado por “intereses corruptos”. Una comisión de académicos, jueces y representantes del gremio de abogados entrega al Congreso las listas de candidatos para que se elijan a los 13 nuevos miembros de la Corte Suprema y a cerca de 300 jueces de tribunales de apelación para el periodo 2024-2029 quienes deben asumir sus funciones antes del 13 de octubre. Cuestionó que entre los candidatos se encuentran jueces, fiscales y abogados que fueron sancionados por Estados Unidos y la Unión Europea (UE) por corrupción.

La geopolítica del narcotráfico y el régimen de la violencia criminal medra de las flaquezas del sistema democrático. ¡Queremos paz!, El grito. Ayer en Guatemala ahora en México

El excanciller guatemalteco Gutiérrez Girón, señala que en 1996 fue clausurado el conflicto armado interno de 36 años, sin embargo, lo que se denominó oficialmente como enfrentamiento armado, fue en realidad una represión atroz y continuada contra millones de civiles, abrumadoramente un genocidio contra pueblos indígenas además de implantar la geopolítica del narcotráfico: “Caímos bajo el régimen de la violencia criminal que medra de las flaquezas del sistema democrático que intentamos edificar”.

Esta violencia criminal se ha extendido e intensificado recientemente en la frontera sur, particularmente en el estado de Chiapas. Desde el 23 de julio cientos de compatriotas ingresaron, para sorpresa de autoridades y opinión pública mexicana, a Guatemala para escapar de las agresiones delincuenciales. Cabe recordar que un mes antes, el 28 de junio, masacraron en el municipio chiapaneco de La Concordia, a 19 personas, entre ellos siete guatemaltecos.

La ola de violencia continúa y ante el silencio de autoridades cabe la interrogante lanzada por el zapatismo: “¿Por qué en un estado federativo militarizado por 30 años, ahora florecen los cárteles y sus enfrentamientos con el beneplácito gubernamental de quienes invadieron el suroriental estado mexicano de Chiapas, alegando que evitaban así la “balcanización” de la república?[2]

La importancia de la memoria histórica como se destacó en las mencionadas Jornadas de la UAM, es fundamental para la construcción de una cultura de paz e imprescindible para contrarrestar la incomprensión y el olvido.

En 1989, la editorial Nuestro Tiempo, publicó el libro La resistencia en Guatemala. Conformado por conmovedoras y aleccionadoras narraciones cuyos verdaderos progenitores y protagonistas fueron las comunidades indígenas en resistencia a lo largo de los años de dictaduras y represiones, recogidas por Javier Gurriarán. Al prologar el libro, Pedro Casaldáliga, advertía encontrar: “En estas narraciones de resistencia, palabra, reticencia, sabiduría, militancia, oración, poesía, vida, del mismísimo corazón de la Guatemala indígena indomable”.

“Gloriosa Victoria”, mural de Diego Rivera

Hurgando un poco más entre mis viejos libros, también me encontré: Enrique Cabrera. De la medicina social al socialismo, publicado en 1971 con el cual la referida editorial Nuestro Tiempo inicia su colección “Ciencia y lucha”.

El doctor Enrique Cabrera (15 de julio de 1918, Ciudad de México- 9 de enero de 1964, Moscú, URSS), fue un brillante científico, especialista en cardiología. El 30 de noviembre de 2006, en la colonia Ex Hacienda de Tarango, alcaldía Álvaro Obregón, fue inaugurado el hospital de especialidades, que lleva su nombre. El encargado de su construcción fue el ingeniero César Buenrrostro, con quién tuve la oportunidad de asistir, junto con personas contraloras ciudadanas, a supervisar los avances de la obra.

Escasa referencia tenía entonces del notable médico Enrique Cabrera, pero en la medida en que recuperamos memoria histórica se nos devela la impronta de cientos de miles de hombres y mujeres para hacer de nuestra patria un digno lugar para desarrollar condiciones sustentables y justas en las condiciones de vida y en la construcción de sociabilidades ajenas a las impuestas por el capitalismo.

Raúl Roa, el canciller cubano de la dignidad, escribió: “Enrique Cabrera fue un revolucionario antiimperialista, socialista, marxista-leninista. Integró, en unidad superior, al médico, al investigador científico y al artista. Hizo sus primeras armas en la vanguardia de la contienda contra el macartismo y la guerra fría. Su determinación de lidiar contra el anticomunismo, la guerra y la bomba atómica y por el socialismo, la paz y la coexistencia pacífica data de entonces.”

Termino este texto, con la detallada descripción que Enrique Cabrera, hiciera del mural “Gloriosa Victoria” donde hace una representación de la invasión que hizo Estados Unidos, a través de la CIA y United Fruit Company, dueña de la gran industria bananera en el istmo centroamericano, región asumida por el imperialismo como su “República Bananera”.

En 1953, en el hoy Museo Casa Azul donde habitaban Diego y Frida, se colocaron las banderas de México y Guatemala para celebrar las reformas sociales cobijadas por la “Primavera democrática guatemalteca”. Al producirse el golpe de estado contra Jacobo Árbenz, Frida pide ser llevada, a pesar de sus graves padecimientos, a la manifestación del 2 de julio de 1954, en repudio a la intervención militar estadunidense. Doce días después fallecía la gran pintora comunista.

Por solidaridad con el pueblo guatemalteco y aprecio hacia sus amigos Luis Cardoza y Aragón y Miguel Ángel Asturias, Diego empieza a pintar el mural, cuenta con el apoyo Teresa Ordiales y de la entonces joven pintora guatemalteca, Rina Lazo a quién el muralista la plasma vestida de rojo con una ametralladora en la mano para evocar la resistencia popular.

Respecto al mural “Gloriosa Victoria”, Enrique Cabrera, piensa “que será de utilidad hacer mención a él”, promisoria justificación toda vez que la obra fue encontrada en las bodegas del Museo Pushkin de Moscú, hasta el año 2007. Cabrera también, aprovecha para reivindicar la unidad indisoluble del pincel y el compromiso político del artista.

“Se trata de un cuadro que representa el instante, real o imaginario, en que el secretario de Estado Norteamericano, John Foster Dulles, estrecha la mano al caudillo del Ejército Guatemalteco de Liberación, Carlos Castillo Armas, para dar así por terminada la lucha contra el régimen “comunizante” del Presidente Árbenz, sellar la “gloriosa victoria” y reiniciar la “normalidad de vida” en el suelo guatemalteco. Pintura del más reciente estilo riveresco: cinco metros cuadrados cubiertos en cinco semanas; contenido anecdótico-revolucionario con personajes, símbolos y signos de interpretación inequívoca. En una palabra: el tópico ejemplo de lo que hoy se entiende por “periodo decadente” de Rivera.

Ya no parece ser tema de discusión el aserto de que Diego Rivera está en plena degradación de su arte (…) ¡Qué diferencia tan grande -se dice- entre el pintor de Chapingo y el autor de los recientes cuadros de propaganda! ¡No hay duda de que Diego Rivera ha sido un gran pintor, quizá el más alto representante de la plástica en América -se nos asegura- pero haberlo sido no igual que seguir siéndolo! (…)

(…) Frente a Dulles a la derecha, queda Castillo Armas, extendido en untuoso y larguísimo ademán, haciendo un cursi paso de ballet sobre sus finos pies; las rodillas se doblan, el cuerpo se inclina a cuarenta y cinco grados y la cabeza es la única que pretende tímidamente buscar la vertical; el brazo derecho sale al encuentro del ensombrerado diplomático norteamericano, mientras la fina mano izquierda se ha quedado temerosamente rezagada detrás del cuerpo para sostener la gorra de campaña. Una crispada sonrisa de comerciante se propone mostrar la dentadura, como garantía insospechable de simpatía hacia Dulles. (…)

En ese apretón de manos ha condensado Diego Rivera toda la energía plástica de su cuadro. Otra vez (…) son las manos las que dicen todo. Pero ahora ha logrado expresar, además, una síntesis dramática de antagonismos diametrales: la contradicción prepotencia-debilidad, que hace temblar al continente desde las aguas del Bravo hasta las del Estrecho de Magallanes. ¡Qué pequeña, delicada y frágil es la pálida manecita del caudillo, aprisionada entre los bárbaros dedos del estadista, tan robustos, tan velludos y tan quebrantahuesos!”

“Todo él constituye una oda sarcástica al falso concepto de la paz; todo él rebosa exasperante quietud para el pillaje y el atropello.

(…) Diego Rivera es, por la época y el ambiente de su pintura, el epifenómeno tardío de una burguesía achacosa -imperando en el mundo- y el de una burguesía que muestra ya síntomas de venalidad, corrupción y aún traición- dominando en su patria. Debido a ello, aunque el pintor se proyecta al futuro, vese obligado a bucear en un líquido espeso, hecho de banalidad, de molicie y de sensualidad, de inteligencia barroca y saltimbanqui (…) ¡Así entiende y cumple Rivera su misión histórica de artista y de revolucionario! ¡Todo él, convergencia del ayer, es realización del presente y proyecto del futuro! (Aguilar, 1971: 16-19)

Espero que en un futuro nuestras luchas por la independencia y soberanía permita a los mesoamericanos integrarnos en una Patria Grande sin la tutela imperialista.

Bibliografía

Aguilar Monteverde, Alonso (proyecto y realización), Enrique Cabrera de la medicina social al socialismo, editorial Nuestro Tiempo, México, 1971

SIC mx


[1] Memoria histórica abona en la construcción de una cultura de paz https://boletines.uam.mx/archivos/numero-341/; http://www.anuies.mx/noticias_ies/memoria-histrica-abona-en-la-construccin-de-una-cultura-de-paz y https://cauce.xoc.uam.mx/2024/09/02/iii-jornadas-por-la-memoria-historica-latinoamericana-guatemala-1944-2024/

[2] Adagios, 15 de agosto de 2024: https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2024/08/15/adagios/

Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba
Cerrar
Cerrar

Bloqueador de anuncios detectado

Por favor, considere ayudarnos desactivando su bloqueador de anuncios