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Joan Robinson. Soy una keynesiana de izquierdas … llevo a Marx en la médula de los huesos.

Por: Andrés Peñaloza Méndez

El 5 de agosto de 1983 a la edad de ochenta años fallece producto de un derrame cerebral masivo Joan Violet Robinson en Cambridge, Inglaterra. Había nacido el 31 de octubre de 1903, en Camberley, Surrey, en el seno de una familia adinerada y de abolengo.

Del lado paterno, el tatarabuelo fue un socialista cristiano; su tataranieta se inscribiría como una socialista democrática, partícipe en la formulación de las políticas del Partido Laborista apoyándose de las aportaciones de John Maynard Keynes (1883-1946)) y Michal Kalecki (1899-1970); sus escritos de los años treinta dan cuenta de ello.

El abuelo y su padre fueron soldados profesionales e historiadores militares. Ella había estudiado en la St. Paul’s Girl’s School de Londres y en el Girton College de Cambridge; en 1922 en lugar de sus estudios en historia opta por la economía para comprender las causas de la pobreza y el desempleo. A la postre, Joan Robinson, fue una activa opositora al belicismo. Censuró el despilfarro y la capacidad destructiva del arsenal militar. Sintió frustración por las implicaciones del gasto castrense en costos de oportunidad, tanto de infraestructura social como de inversión privada productiva. Repudió se empleara la ayuda a los países en desarrollo empobrecidos, para favorecer a la industria militar. En su última lectura pública cuestionó en términos económicos y éticos la carrera armamentista nuclear:

Los enormes avances logrados por la producción bajo el régimen de competencia internacional nos han llevado a la situación paradójica en la que nos encontramos hoy. Nunca antes la comunicación había sido tan completa. Nunca antes la opinión pública educada de todos los países había sido tan consciente del resto del problema mundial; es sólo ahora que parece posible, mediante la aplicación de la ciencia a la salud, al control de la natalidad y a la producción, aliviar a toda la raza humana de sus peores miserias.

Sin embargo, nunca antes se había dedicado una proporción tan grande de energía económica y estudio científico a los medios de destrucción. (Harcourt-Kerr, 2009).

Sin duda Joan Robinson es una de las mujeres más notables del siglo pasado con una fecunda obra donde hizo gala de un robusto marco teórico y de una implacable lógica, cultura e ironía trasluciendo el discurrir del razonamiento, el quehacer y la pedagogía en las ciencias económicas. Si bien, ancla su residencia en la Universidad de Cambridge, desde ahí, desplegaba velas cuyos vientos, durante prácticamente dos terceras partes del siglo XX, airearon los principales centros de enseñanza de la economía desde el centro a la periferia del sistema mundo.

Sobre su formación de economista, Joan, recuerda

Estudié en una época en que la economía vulgar se hallaba en una situación particularmente vulgar. Ahí estaba Gran Bretaña con más de un millón de obreros parados, y ahí estaba yo con mi supervisor enseñándome que el paro era lógicamente imposible por la Ley de Say.

Ahora llega Keynes y demuestra que la Ley de Say es una tontería (Marx también lo demostró, evidentemente, pero mi supervisor nunca me habló de las ideas de Marx al respecto (Robinson, 1953)

Los principios de economía de Alfred Marshall (1842-1924), publicado en 1890 se constituyó en el texto obligado en la formación de economistas. La inmersión de Joan Robinson a la llamada economía neoclásica, fue a través del corpus marshalliano.

Ocho años después de su graduación (ocurrida en 1925 con la máxima calificación, pero otorgándole una nota inferior provocando “una gran decepción”. Tampoco le consoló enterarse que John Hicks (1904-1989), le sucediera algo parecido en Oxford. Además, tuvo que esperar 23 años, para recibir su título; Cambridge reconoció por vez primera a sus egresadas femeninas en 1948.

Joan Robinson publica su primer libro, La economía de la competencia imperfecta (1933). La recepción, fue elogiosa. A menudo, se evoca la anécdota del efusivo abrazo de Mary Paley Marshall, felicitando a Joan y asegurándole que cuando viera a su difunto marido Alfred, le diría que estaba muy errado al negar que las mujeres pudieran hacer teoría económica.

Indudablemente la recepción positiva a su primer libro influyó en su nombramiento universitario como profesora asistente en 1934. Fue reconocida profesora universitaria en 1937, aunque de una manera reticente y descortés, lectora en 1949 y profesora de tiempo completo en 1965, sucediendo al economista Edward Austin Gossage Robinson (1897–1993), con quien contrajo matrimonio en 1926, procrearan dos hijas y gozaron de cinco nietos. Joan asumía ser una bondadosa abuela, pero no haber sido, debido a su febril actividad, una buena madre; su familia estimaba que en ambos roles fue buena.

Con los discípulos de Marshall, mantuvo fructífera comunicación; fueron los casos de Arthur Cecil Pigou (1877–1959), profesor de Economía Política, de quien se cree le gustaba la joven Joan, en algún momento voto por ella como «hombre honorario» (expresión misógina, acentuada después de la primera postguerra mundial);  Dennis Robertson (1890-1963), con quien eventualmente la relación se tornó hostil y; con John Maynard Keynes (140 cartas, que van desde 1932 hasta 1945, dan cuenta de la estrecha colaboración entre ambos).

Formó parte del Circus, grupo de discusión informal para abordar los temas presentados por Keynes en su Tratado sobre el dinero. El círculo o cohorte de jóvenes economistas, se reunió entre finales de 1930 y la primavera de 1931, participaban —entre otros, Piero Sraffa (1898-1983), James Edward Meade (1907-1995) y Richard Kahn (1905-1989), su discípulo favorito—. A la postre, estos economistas tomaran distancia en mayor o menor medida contra la tradición marshalliana.

En el prefacio (31 de diciembre de 1935) de su libro Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero, quizá el libro de economía más influyente del siglo XX, Keynes, agradece a señora Joan Robinson y a los señores Ralph George Hawtrey (1879-1975) y Roy Forbes Harrod (1900-1978), por haber “recibido mucha ayuda”, de ellos.

Para la época los obstáculos se multiplicaban para el despliegue profesional por razón de género. En 1933, Gottfreid Haberler, economista austríaco-estadounidense de Harvard, escribió a Richard Kahn a propósito del artículo Competencia imperfecta y caída del precio de la oferta: «¿Quién es Joan Robinson que escribió (en el último Economic Journal)? El nombre de pila suena como el de una mujer, pero el artículo me parece demasiado inteligente para una mujer…».[1]

En 1935, se debate en torno a las conferencias de Joan Robinson; el historiador económico Charles Ryle Fay (1884–1961), no obstante reconocérsele como defensor de la cooperación, de los derechos de los trabajadores y de las mujeres, mostrò cierta hostilidad hacia Joan, cuando le expresa a Pigou: «La señora Robinson debería ser informada definitivamente de que deseamos de ella un curso sobre el dinero de un solo período… Si bien Pigou, apoyaba a Joan, le pidió no fuera polémica en sus conferencias. Keynes se posicionó a su favor: «serían medidas muy fuertes, incluso sin precedentes… vetar un curso que un conferenciante deseaba dar en un caso en el que no hay duda sobre la calidad y popularidad de las conferencias. Por lo que he oído, sus conferencias son extremadamente buenas y se encuentran entre las más exitosas entre los hombres». (Harcourt-Kerr, 2009).

Alcanzar la categoría de profesora a tiempo completo fue difícil. Fay «le escribió a (Austin) Robinson como un viejo amigo y alumno (sobre) … la necesidad de asegurar que el trabajo de su esposa sea complementario y no rival con el curso de tercer año». (Harcourt-Kerr, 2009).

A su regreso de la India en 1928, pidió a su marido: «Por favor, no quiero que ganes dinero para darme la vuelta al mundo. Soy un firme creyente en la independencia económica de las mujeres casadas, y sólo pido que se me permita ganar algo yo misma». Una década más tarde, es nombrada para una cátedra universitaria, comentó: «Ahora comparto un talonario de cheques y pago mis propias cuentas, siento que los grilletes se han quitado finalmente»; evocaba a Una habitación propia (A Room of One`s Own), de Virginia Woolf. (Harcourt-Kerr, 2009).

En 1945, recibió una carta de un radioescucha en respuesta a un debate de la BBC en el que participó: describía la «clara definición de todo lo que tenías que hacer, en contraste con la deliberada ‘languidez’ de tu oponente… es triste, pero cierto, que, si quieres oír la verdad, o algún sentido común, expresado claramente en una discusión, tienes que esperar hasta que hable una mujer». (Harcourt-Kerr, 2009).

En 1953 escribe Carta abierta de un keynesiano a un marxista, en ella se confiesa “economista burguesa” con el agravante de ser “una keynesiana de izquierdas” y peor aún, espeta a su interlocutor: “yo llevo a Marx en la médula de los huesos y usted lo tiene en la boca”.

Su producción intelectual fue basta y variada publicó en revistas especializadas y de prestigio, pero también con generosidad apoyo nuevas revistas con artículos para los números fundacionales en países como Brasil, Chile, Pakistán, India, Japón y la URSS.  

Su último libro, publicado en 1978, se tituló Aspectos de desarrollo y subdesarrollo, analiza los caminos de desarrollo emprendidos por los países de la periferia, tanto socialistas como capitalistas, y sus dificultades en la fase de mundialización de la producción.

En plena guerra fría prestó atención, con una perspectiva abierta, crítica e incluso, de simpatía, a las experiencias de planeación y las posibilidades de desarrollo de países, en la actualidad potencias emergentes, como la India (Desempleo y planificación, 1955) y de la República Popular China (1963: Las comunas).

En 1964 escribe un texto sobre el Milagro económico de Corea del Norte. En la actualidad, inaudito, en medio del reinante conservadurismo sobreideologizado del gremio de economistas.

En 1953 se firma un armisticio pausando, la guerra en la península coreana, separando su territorio en dos naciones. Joan Robinson inicia su texto con un dato dramático:

Hace once años, en Pyongyang no quedaba piedra sobre piedra. (Calculan que se arrojó una bomba, de una tonelada o más, por habitante)

Han trascurrido 79 años de la liberación coreana de la ocupación japonesa formalizada el 15 de agosto de 1945.

La guerra fría entre las potencias encabezadas por el imperialismo estadunidense contra la URSS y el avance de la revolución comunista china detonó un sangriento conflicto bélico, durante el cual pereció el 15% de la población coreana del norte. Adicionalmente, para evitar la derrota total de las fuerzas burguesas del sur por parte de los comunistas norcoreanos, Harry S. Truman, presidente estadunidense, amenazó con arrojar bombas nucleares en territorio chino, propiciando un “empate militar” y la firma de un armisticio (1953) fracturando la península coreana en dos naciones independientes.

Desde hace 71 años, “la cortina de embustes sobre Corea del Norte”, lejos de desintegrarse, como anhelaba Joan Robinson, se ha acrecentado cancelando, confiamos sea temporalmente, los acuerdos alcanzados en abril de 2018 expresados en la “Declaración de Panmunjom para la Paz, la Prosperidad y la Unificación de la Península Coreana”.

P.d.1. Sería momento para que nuestro país, abra su embajada en la República Popular de Corea del Norte y fortalezca la cooperación entre ambas naciones en áreas de mutuo beneficio.

P.d.2. ¿Cuándo encontraremos entre los economistas profesionales convencionales, incluyendo a los adscritos en la izquierda capitalista gourmet, textos (papers, le llaman) dedicados a las consecuencias económicas y sociales provocadas por las 913 sanciones ilegales contra la República Bolivariana de Venezuela, cuyas pérdidas han significado cantidades superiores a los 150.000 millones de dólares, impidiendo vender y comprar lo que produce y necesita para su desarrollo?

Además de las agresiones sistemáticas de carácter político, hurto de reservas auríferas y de cuentas bancarias del gobierno bolivariano, incluyendo los recientes ciberataques y acciones mercenarias atentatorias contra la institucionalidad democrática y electoral); estas sanciones,  rayan en crímenes de lesa humanidad, debido a las privaciones y sufrimiento, causadas por estas sanciones, en la alimentación y en la adquisición de insumos médicos y vacunas, entre otros bienes y servicios que coartan las posibilidades para el goce individual y colectiva de los derechos económicos, sociales, ambientales y culturales del pueblo venezolano.

Bibliografìa

G.C. Harcourt, G.C; Kerr, Prue, Joan Robinson, Palgrave Macmillan London, 2009.

Keynes, John Maynard, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, Fondo de Cultura Económica, México, 1943.

Marcuzzo, Marìa Cristina; Rosselli, Annalisa, Economists in Cambridge. A study through their correspondence, 1907-1946, Routledge, 2005.

Robinson, Joan, Escritos económicos, Martínez Roca, Barcelona, 1975 y 1976 (tomos 4 y 5).


[1] Retrospectives Joan Robinson on Karl Marx: “His Sense of Reality Is Far Stronger”. Carolina Alves. Journal of Economic Perspectives—Volume 36, Number 2—Spring 2022—Pages 247–264. Liga: https://pubs.aeaweb.org/doi/pdfplus/10.1257/jep.36.2.247#:~:text=2%EE%80%80%20When%20Robinson%20(1932b)

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