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Se requieren detectives. Para avanzar en el mercado laboral de las mujeres.

Por: Andrés Peñaloza Méndez

Por haber mejorado nuestra comprensión de los resultados del mercado laboral de las mujeres la Real Academia Sueca de Ciencias informó el pasado 9 de octubre el otorgamiento del Premio Sveriges Riksbank de Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel 2023 a Claudia Goldin de la Universidad de Harvard, ubicada en Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos.

Es la tercera mujer en recibir el premio Nobel de Economía y la primera sin compartirlo. En el comunicado de prensa se destacan algunas de las aportaciones de la galardonada: Reveló factores clave de las diferencias de género en el mercado laboral y ofreció el primer relato completo de los ingresos de las mujeres y su participación en el mercado laboral.

Tras rastrear archivos y recopilar más de 200 años de datos de Estados Unidos, pudo demostrar cómo y por qué con el tiempo han cambiado las diferencias de género en los salarios y las tasas de empleo. Las mujeres están infrarrepresentadas en el mercado laboral mundial y, cuando trabajan, ganan menos que los hombres. La participación femenina en el mercado laboral no tuvo una tendencia ascendente durante todo este período, sino que describe una curva en forma de U. La participación de las mujeres casadas disminuyó con la transición de una sociedad agraria a una industrial a principios del siglo XIX; con el crecimiento del sector de servicios durante el primer tramo del siglo pasado se reactivó la inserción laboral femenina. Este patrón es resultado del cambio estructural y la evolución de las normas sociales con respecto a las responsabilidades de las mujeres en el hogar y la familia.

Durante el siglo inmediato anterior, los niveles de educación de las mujeres escalaron continuamente y en la mayoría de los países de altos ingresos, incluso, la graduación superó a la varonil, pero no necesariamente las remuneraciones. La invención de la píldora anticonceptiva jugó un papel relevante en la aceleración de este cambio al ofrecer nuevas oportunidades para la planificación profesional.

A pesar de la modernización tecnológica, el crecimiento económico y el aumento de la proporción de mujeres empleadas en el siglo XX, durante un largo período de tiempo la brecha salarial se mantuvo prácticamente inalterada entre mujeres y hombres. Toda vez que las decisiones educativas se toman a una edad relativamente joven, incidiendo las ulteriores oportunidades profesionales. Si las expectativas de las mujeres jóvenes están formadas por las experiencias de generaciones anteriores estas determinaran el ritmo de inserción laboral. Por ejemplo, cuando la experiencia previa refleja pausas laborales de sus madres mientras sus hijos crecen, la inserción laboral se ralentiza.

La brecha de género en los ingresos podría explicarse históricamente por diferencias en la educación y las opciones ocupacionales; empero, ahora la brecha de ingresos por género se presenta en la misma ocupación, influenciada en gran medida con el nacimiento del primer hijo.

A reserva de analizar con detalle y críticamente las investigaciones de Claudia Goldin, lo cierto, como expuso Jakob Svensson, presidente del Comité del Premio de Ciencias Económicas, la aportación de la economista de Harvard es sensibilizar acerca de la relevancia del papel de las mujeres en el trabajo para la sociedad; así como, los factores subyacentes y obstáculos para zanjar brechas de género en los mercados laborales. (1)

El 30 de mayo del presente año el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) dio a conocer Estadísticas a propósito del Día Nacional del Balance Trabajo-Familia. Algunos datos interesantes contenidos en las Estadísticas mencionadas caben en el marco conceptual y empírico de la recién laureada Claudia Goldin.

Veamos algunos de ellos.

De la Población Ocupada, el 38% las mujeres tenían un ingreso de hasta un salario mínimo; 29.9% más de uno y hasta dos; 6.6% no recibe ingresos, Es decir, el 75.3% (18.2 millones) carece de ingresos suficientes para garantizar un bienestar mínimo.

Si se incluye a las que ganan de 2 y hasta 3 salarios mínimos (montos que tampoco solventan las necesidades de un hogar) la población femenina ocupada pero empobrecida alcanza el 83.3% (19.8 millones).

Adicionalmente, el 12.4% no especifica sus ingresos (poco más de 3 millones). El resultado es que menos de cinco de cada cien mujeres ocupadas dispone de adecuadas remuneraciones (de 3 y más de 5 salarios mínimos).

La duración de la jornada laboral de la población trabajadora es indicativa de la excedencia de tiempo para destinarlo a las responsabilidades familiares, labores del hogar, de cuidados y autocuidado, convivencia social y para la recreación.

Una tercera parte (32.7%) de la jornada laboral de la población ocupada femenina, acumulada semanalmente, una duración del 9.9% en jornadas de menos de 15 horas y 22.8%, de 15 a 34 horas. Es decir, jornadas por debajo de la duración promedio legal. Explicable por la carga mayormente asumida por las mujeres de las labores del hogar, cuidados y demás responsabilidades familiares. El 19.0% de las mujeres trabajan jornadas por encima de las 48 horas y el 46.1%, entre 35 y 48 horas.

En relación a las mujeres ocupadas se aprecia un incremento importante de 7.7 puntos porcentuales en las jornadas promedio legales (de 35 a 48 horas), cuando no se tiene descendencia (51.7%) que cuando se procrea (44.0%). Cuando se tienen hijos o hijas crece el volumen femenil laborando menos horas de la jornada legal (23.7%, de 15 a 34 horas y 10.9 %, de menos de 15 horas). Pero también, casi una quinta parte de las mujeres ocupadas (19.3%) trabajan más de 48 horas.

De acuerdo con la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México del INEGI, en 2021, el promedio de tiempo total trabajado por semana de la población de 12 años y más fue de 59.5 horas para las mujeres y 53.3 horas para los hombres. A nivel nacional, las mujeres trabajan 6.2 horas más que los hombres.

Según el tipo de trabajo, las mujeres dedicaron, en promedio, 37.9 horas a la semana al trabajo remunerado, 39.7 horas al trabajo del hogar no remunerado y 5.6 horas a la producción de bienes de uso exclusivo familiar mientras los varones emplearon, para los mismos tipos de trabajo: 47.7; 15. y 6.6 horas, respectivamente. Con respecto del trabajo doméstico no remunerado, las mujeres destinaron, en promedio, 24.5 horas a la semana más que los hombres, es decir, aproximadamente un día. En este periodo de sesiones legislativas de discusión presupuestal y reformas laborales se tiene la oportunidad de empezar a modificar las condiciones adversas para la equidad de género en el trabajo.

En la discusión del presupuesto de egresos de la federación 2024, será fundamental que las legisladoras puedan modificar la iniciativa y destinar los recursos suficientes para avanzar seriamente en la edificación del sistema nacional de cuidados. De igual manera, acortar la centenaria jornada laboral de 48 horas a una de 40 horas por semana y dos días de descanso obligatorio, aligerará la carga extra laboral de las mujeres y coadyuvará a un mejor reparto del tiempo de trabajo y del ocio recreativo y formativo.

Durante el siglo pasado y en el discurrir del presente, la proporción de mujeres con trabajos remunerados se ha expandido, en algunos se duplica o triplica, reflejando cambios sociales y económicos significativos en el mundo del trabajo; sin embargo, persisten brechas de género, abismales en países como México.

Los aportes de Claudia Goldin, quien siempre se ha considerado una detective, juzga que “El detective siempre cree que hay una manera de encontrar la respuesta”, proporcionan sugerentes y sorprendentes conocimientos, acerca del papel histórico de las mujeres en la esfera laboral. Profundizar en esta línea de investigación es fundamental para iluminar las acciones tendientes a lograr una sociedad incluyente y justa.

SIC mx

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