EL OSO, EL DRAGÓN Y EL ELEFANTE EN VIAJE SIDERAL.
Por: Andrés Peñaloza Méndez
El 4 de octubre de 1957 la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), lanzó el satélite artificial Sputnik 1, inaugurando la exploración espacial de la humanidad. Doce años después, los Estados Unidos alunizan (20 de julio de 1969).
En 2007 China, realiza su primer lanzamiento espacial a la luna; en julio de 2023, la India hace lo propio. De esta manera, cuatro países, Estados Unidos, Rusia, China y la India, han logrado lo que se conoce como un aterrizaje «suave» o «controlado» en la superficie del conejo lunar.
Rusia, China y la India, han desplegado su potencial económico, científico, tecnológico, expresión de robustas capacidades industriales endógenas. Construidas a lo largo de siglos estas capacidades les ha permitido, en el discurrir de sus historias, resistir y vencer invasiones imperiales; entre ellas, la nipona en el caso chino; el colonialismo británico en la India y el nazismo alemán durante la Gran Guerra Patria soviética. Ahora mismo Rusia, se enfrenta militarmente a más de treinta países vinculados a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en territorio ucraniano.
A vuelta de siglo, ingentes han sido los esfuerzos desplegados por estos tres países para resolver las necesidades de sus numerosas poblaciones y, abatir el empobrecimiento causado por adversidades diversas, inveteradamente asociadas a intrigas e intervencionismo imperial en asuntos internos.
Para generar condiciones geopolíticas adecuadas para facilitar y reforzar las estrategias soberanas de desarrollo en 2009 se formalizó, tras tres años de preparativos, la creación de la asociación económica, política y social conocido con el acrónimo BRICS, por las iniciales de los países fundadores: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Los días 22, 23 y 24 de agosto en Johannesburgo, Sudáfrica, se llevó a cabo la XV Cumbre de los BRICS, donde se abordaron temas de la mayor importancia para el multilateralismo: medidas para utilizar monedas nacionales en el comercio exterior, la reforma del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de las Instituciones Financieras Internacionales (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial) e impulso al Nuevo Banco de Desarrollo, creado en 2015 y hoy presidido por la ex presidenta brasileña Dilma Roussef, con fondos estimados en cien mil millones de dólares.
Sobresale la inclusión, de seis nuevos miembros al bloque de los BRICS: Argentina, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán, indicativo de una reconfiguración de la geopolítica mundial. A partir del 1 de enero del 2024, los BRICS estará conformado de once naciones. Para la siguiente cumbre, prevista para octubre de 2024 y a celebrarse en Kazán, es posible sean incluidos otros países para constituir el BRICS 20.
Por lo pronto, los BRICS 11, como lo subrayó el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, representa el 37 % del PIB mundial y el 46% de la población mundial y, seis de sus miembros entre los nueve mayores productores de petróleo.
Alberto Fernández, presidente argentino, al anunciar la incorporación de su país a los BRICS, consideró la apertura de un nuevo escenario global que “nos fortalece y no excluye otras instancias de integración; y menos todavía la orgullosa pertenencia argentina al sistema multilateral de Naciones Unidas».
No hay duda del error del gobierno mexicano de marginarse de esta asociación pues se estrechan las posibilidades de fortalecer nuestra soberanía desde el ámbito multilateral.
Comparativo económico y salarial.
Para el periodo 2000-2022 el comportamiento del Producto Interno Bruto, medición convencional del tamaño de las economías, exhibió un espectacular crecimiento para el caso de China, India y Rusia: 13.1; 9.3 y 9.8%, respectivamente. Mientras México, para el mismo arco de tiempo: apenas promedio 3.1%, reduciendo su participación como se aprecia en el comparativo (ver gráfica 1).
En el ranking global del PIB: China ocupa el segundo lugar; la India el quinto; Rusia en el onceno puesto y México, en el catorceavo.
Un indicador clave para considerar mejoras en los ingresos de los hogares es el salarial. En materia de salarios mínimos, la verticalidad de su progreso ha sido sorprendente. (ver gráficas 2,3,4 y 5). Rusia tenía en el año 2000 un salario (medido en euros) de 4.9; en 2022, ascendió a 169.4 €. Un crecimiento promedio del 17.5%.
Para el mismo periodo, China pasó de un salario mínimo de 49,5 a 268,3 €; tasa de crecimiento anual del 8%.
La India salta de un salario de 26,8 a uno de 55,0 €. Una tasa de crecimiento promedio del 3.3%. Similar a la registrada en México, cuyo salario básico alcanza los 227.2 € en 2022, resultado de una tardía política de recuperación del poder adquisitivo; afortunadamente, afianzada desde 2018, trazando la ruta correcta para acortar desigualdades sociales.
Enganchados en la bestia.
La burguesía mexicana ha naturalizado la dependencia estructural al imperialismo estadounidense.
En el siglo XIX, asumida como fatalidad; en el segundo tramo del siglo XX, como conveniente giro estratégico panamericanista y; a partir del TLCAN, hoy TMEC, como destino manifiesto: expandirse enganchado en la bestia (locomotora) norteamericana.
Se da así la espalda a la histórica aspiración a la integración latinoamericana y caribeña y; al multilateralismo, hoy representado, desde el Sur, por los BRICS conformado por naciones con economías perfiladas para colocarse entre las dominantes para mediados del siglo XXI. El dilema es continuar con la subordinación subordinada con los Estados Unidos aduciendo la alta concentración de inversiones y comercio, prevaleciente desde hace más de un siglo.
La prospectiva de la oligarquía y la elite política, promotora y beneficiada de la desnacionalización y transnacionalización de nuestra economía, atisba lo que ha de ocurrir sólo en las siguientes horas e incluso segundos; con ello justifica y afianza la alta concentración de inversiones y comercio con el capital norteamericano, estimándolo estratégico. Algunos pensaran que es realismo político, no fatalidad. De otra manera, el país se quedaría sin un buen vecino, aunque resabido sea que ellos no tienen amigos sino intereses.
En algún momento, siguiendo la senda independentista, México deberá retomar los esfuerzos para diversificar sus vínculos con el exterior. Dividir progresiva y equitativamente en dos, tres y luego en cuatro o cinco regiones nuestros vínculos internacionales. Empezando con la integración latinoamericana y caribeña y, balanceando las relaciones con Europa, Asia Pacífico, Norteamérica y resto del mundo. Emprender una geopolítica de orientación multicéntrica y pluripolar para zafarse de la dependencia estructural con el capital norteamericano.
SICmx