Las actuales negociaciones con los europeos una oportunidad para zanjarlas.
Andrés Peñaloza Méndez / Bia`lii, Asesoría e Investigación, A.C/bialii.2012@gmail.com.
El 28 de abril de 2020, la entonces secretaria de Economía de México, Graciela Márquez, y el Comisario de Comercio de la Comisión Europea, Phil Hogan, informaron la conclusión de las negociaciones para la modernización del componente comercial del Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación entre México y la Unión Europea (UE), conocido como TLCUEM.
Una vez que la propuesta mexicana acerca de las compras gubernamentales a nivel estatal (sub-federal) fuera aceptada por la UE, finalizó el proceso de negociación comenzado en junio de 2016.
De esta manera la cobertura del TLCUEM se ampliaba a nuevos ámbitos: energía y materias primas, desarrollo sostenible, pequeñas y medianas empresas, buenas prácticas regulatorias, transparencia y anticorrupción, entre otras.
En el contexto de la pandemia las autoridades refrendaron su creencia en el libre comercio afirmando que la recuperación económica se debe apoyar con un sistema multilateral de comercio mismo que asegurará los flujos comerciales y de inversiones fundamentales, en sus modelos, para blindar empleos cada vez más precarios, evitar la parálisis de las cadenas de suministro globales y garantizar el acostumbrado consumismo de mercado.
Han transcurrido 16 meses y, todavía se estima que los procedimientos pendientes para que el “modernizado” tratado entre en vigor, tarde hasta finales de este año. Esto es posible si la revisión legal y la traducción del acuerdo se ajusta a la propuesta de la Comisión Europea de dividir el acuerdo en tres partes: Cooperación y acuerdo político; Comercio e Inversiones, hecha para alcanzar con prontitud la aprobación de la parte de Comercio sujeta a la aprobación del Parlamento Europeo, sorteando las sanciones legislativas de cada uno de los 27 integrantes de la UE. Una vez firmado el Acuerdo por ambas partes se someterá a consideración de los cuerpos legislativos.
En México la información sobre el TLCUEM, corazón del Acuerdo Global, está sustraída de la agenda pública. Las negociaciones con los europeos están lejos de atraer los reflectores cuando el Tratado de Libre Comercio México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) se negociaba y colocado en la narrativa de las elites económicas y políticas como resorte bendito de la reactivación económica y del bienestar.
Parecería que la opacidad continua presente en los conclaves comerciales gubernamentales. Por lo mismo pregunto: ¿Está el tema laboral incluido en las negociaciones con los europeos? De ser el caso ¿abordan disposiciones para mejorar los salarios y dignificar las condiciones de trabajo en ambas partes, particularmente, en México?
¿O dejarán el tema para que los mercados en libre comercio nos conduzcan al paraíso del bienestar laboral?
A 21 años de libre comercio con la UE, los salarios y la precariedad, siguen siendo el sello en el mundo del trabajo.
En el cuadro “Trabajamos más, pero ganamos menos” se aprecia el comparativo entre las horas trabajadas y los salarios promedio entre nuestro país e integrantes de la UE.
En todos los casos, los mexicanos trabajamos más y ganamos menos. En lo que hace a las horas consumidas, laboramos 81% más que los alemanes y 33% respecto a los húngaros. Salarialmente ganamos 75% menos que en Luxemburgo y 31% de lo percibido en Eslovaquia.
El promedio de horas trabajadas y salarios en la UE es de 1,496 horas y 40,901 dólares; esto es, en México se trabaja 55% más, pero las percepciones son 60% inferiores a las europeas.
Las actuales negociaciones con los europeos deben constituirse en una oportunidad para zanjar las asimetrías salariales y laborales, esto será posible si los sindicatos y las organizaciones de la sociedad civil mexicanas, en alianza con sus contrapartes allende el Atlántico, interpelan a sus gobiernos para transparentar y garantizar una participación representativa y genuina.
SIC mx