Así es la política.
Así es la política: horizontes de sueños hacia donde se camina con el peso de las bolas de hierro engrilladas al pie. No tiene caminos lineales, todos están llenos de laberintos y muy accidentados. En cada curva hay una sorpresa, obligando al viajero a cambiar de ritmo y rehacer su mapa. A la espalda, la bolsa llena de vanidades personales, habladurías, frituras y vacilaciones desmedidas.
A la política se ingresa sin hacer ninguna prueba de capacidad, ni se exige certificado de integridad moral y, en la fragua de los elegidos, se mezclan cuerdos y safados, probos y corruptos.
Financiada por los contribuyentes, la política administra los recursos que bien podrían ser dirigidos a los derechos de vivienda, o desviados a engordar cuentas raras, actividades ilegales, amigos de campañas o recaudaciones injustificables. Los ladrones de la bolsa pública no acostumbran arreglar el cofre de la legislación. Conocen su secreto y así, se juzgan inocentes al afilar la mano en la maraña de las leyes.
Así es la política: un discurso que enfatiza el interés público, pero el orador tiende a pensar primero en su alpinismo rumbo a la cumbre del poder. Como la subida es larga, difícil y peligrosa, aprende a hacer concesiones, abrir la mano de los principios, meterse por atajos sospechosos, interpretar sus antiguas convicciones, hasta llegar al retroceso.
La política no es un campo abierto, donde se expongan frutos y flores al sol. Es un terreno pantanoso. Cualquier paso en falso puede ser fatal. La política no es el reino maniqueísta del claro y oscura, del cierto y equivocado, del bien y mal. Todo se mezcla, los colores se combinan, las posiciones son flexibles y muy elásticas. Lo que es hoy, mañana puede no ser. Lo que se dice ahora no necesariamente es lo que se hará después. El vidente de ayer puede aparecer, hoy, como un ciego desprovisto hasta del tacto.
Así es la política: una danza en que cada bailarín escucha un ritmo diferente. Una orquesta donde cada instrumento toca una canción distinta: su canción. Un coro donde cada cantor entona sus notas desde su propia conveniencia.
La política es el resultado de la sociedad que la produce y, es su espejo. Refleja todas las contradicciones. Y aún cuando las estructuras sociales fueran justas, la política seguiría siendo ese efecto de los defectos del corazón y de los desvariados de la razón, que no son pocos, hasta que el ser humano no sea capaz de reinventarse a sí mismo.
Así es la política: en medio de tanto estiércol encontramos un diamante golpeado, como encontramos a un administrador con honestidad valiente, o también a un parlamentario que pierde su puesto pero no la moral. Claro, en la política también hay lugar para el juego escénico, la mentira desgastada y las lágrimas de cocodrilo.
La política es una señora sesuda que se juzga bella y seductora, por encima de cualquier juicio. Se enoja cuando la critican. Odia que le reclamen, pero mendiga, en cada esquina, reconocimientos y elogios. Se alimenta de la misma ración de Narciso.
Así es la política: una iglesia donde todos se creen con vocación de Papa; una secta en donde todos se consideran profetas; un púlpito donde todos lanzan vaticinios. Pero donde las palabras tardan en transformarse en hechos; y las ideas y proyectos, en realizaciones. Encontramos seguido, las acusaciones de herejía, las excomuniones, las exclusiones, las reincidencias en el pecado. No son raras las humillaciones convenencieras, los arrepentimientos, alrededor de las y los seguidores y el exorcismo de antiguos propósitos.
Así es la política: contraria a las leyes de la física, pues en ella dos cuerpos ocupan el mismo espacio: donde lo caliente es frío y lo frío es caliente. Y también a la Geometría, pues dos paralelas se encuentran mucho antes del infinito. Lo que hoy atrae, mañana repele, lo que ahora aproxima, después aleja. Y toda vez que el sol sube, las estrellas van detrás. Insatisfechas de su propio brillo, buscando, como la luna, reflejar el sol.
La política es, a pesar de todo, el único remedio contra los males de la colectividad. Aún no se encuentra ninguna herramienta que, como ella, sea capaz de hacer de la riqueza de unos pocos la pobreza de muchos o, al contrario, de la felicidad de muchos el aborto de la ambición de pocos.
Se sabe que entre los regímenes políticos, la democracia es el mal menor. Será el bien mayor cuando deje de ser representativa para volverse participativa. Y aquellos tres poderes, limpios de sus vanidades, vivan en armoniosa comunión con el pueblo. Entonces la política ganará a la única hija legítima que merece el útero fecundado por la voluntad popular, que es la vida, la vida para todos, en plenitud, como enfatizó Jesús que, además, fue víctima de la política bastarda, esa que aún predomina en nuestros tiempos.
Frei Betto es escritor, autor de «Alfabetto – Autobiografia Escolar» (Ática), entre otros libros.
Tradujo Jesús Ramírez Funes. México, marzo 2004/21. Cristianos Comprometidos cristianoscom@live.com
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